
El hombre vive en conflicto con lo que dicta su mente y sus sensaciones corporales, con lo que "debe ser" y sus "instintos", con todas sus creencias acompañadas por los que heredo de sus padres, profesores, en fin la sociedad y lo que el realmente siente y desea. Este conflicto se convierte en "ansiedad" y "tensiones musculares" las cuales no permiten al individuo la libre expresión de sus sentimientos y emociones y a la larga ni respirar plenamente lo que va creando malestar y neurosis.
Aquí le dejo este texto de Alexander Lowen el cual refleja mucho lo que el hombre moderno padece, y lo que la Gestal predica ... una necesidad no puede ser satisfecha con otra cosa que no sea lo que es.... El amor no puede ser satisfecho con dinero... ni la Aprobación con Poder... una necesidad emocional con comida... o con trabajo... no podemos engañar o camuflagear nuestras necesidades "satisfaciéndolas" con otras cosas que no son... cada día debemos asumir nuestras responsabilidades y aceptar y aceptarnos para ser mas felices.
por Zullymar Guerrero para Terapiasmentecuerpoalma.blogspot.com
Alexander Lowen fue alumno de Wilhem Reich padre de la Psicoterapia Corporal, Lowen extendió su conocimiento y creo la Bioenergética, fue médico, psicoanalista, y fundador del Instituto para el Análisis Bioenergético de Nueva York.
“El conflicto del hombre moderno surge de los valores opuestos entre el yo y el cuerpo El yo está interesado en las realizaciones, el cuerpo en el placer. Si el yo funciona por imágenes, el cuerpo lo hace por sensaciones. Cuando las imágenes y las sensaciones coinciden, por consecuencia se tiene una vida emotivamente sana. Cuando en cambio la sensación es reprimida o subordinada a la imagen del yo, lo que se obtiene es una vida de ilusión y desesperación. La ilusión contradice la realidad de la condición del cuerpo, la desesperación elude sus necesidades”.
“Detrás de cada ilusión está el deseo de libertad y de amor. La persona desesperada busca obtener libertad y amor con la ilusión del poder. En su mente el poder es la clave de la libertad y el amor. Si bien esta ilusión tiene la tarea de sostener el ánimo desesperanzado y perdido, nosotros hemos comprobado que ella contribuye a tener vivos estos sentimientos aún cuando el período crítico de la adolescencia ya se ha dejado atrás. Para superar la ilusión del poder se deben vivir libertad y amor como reales sensaciones físicas. Esto se obtiene concentrándose sobre las tensiones que el cuerpo presenta. Cuando se percibe la rigidez del propio cuerpo, se sabe que no se es libre, a pesar de la rebelión y el desafío. Si se siente que el cuerpo se ha congelado, se comprende que uno está prisionero, cualquiera sea la situación externa. Si nos volvemos conscientes de que la respiración está inhibida y que la movilidad está reducida, nos damos cuenta de que no estamos en condiciones de amar”.
“El significado emotivo de la tensión muscular no es comprendido suficientemente a fondo. Los conflictos emotivos infantiles no resueltos se hallan estructurados en el cuerpo como tensiones musculares crónicas, que encarcelan la persona limitando su movilidad y su capacidad de sentir. Estas tensiones que atenazan el cuerpo- lo plasman, lo disocian, lo retuercen- deben ser eliminadas antes de alcanzar la libertad interior. Sin esta libertad, es ilusorio creer que se pueda pensar, sentir, actuar y amar libremente”.
Cuando nos movemos con sentimiento, nuestro movimiento es agraciado (gracioso o bello) porque es el resultado del flujo de energía que atraviesa el cuerpo. El sentimiento es por lo tanto la clave de la gracia y de la espiritualidad del cuerpo”.
Traducción de un texto de las solapas de un libro de Alexander Lowen:
“La finalidad de la Bioenergética es ayudar al individuo a recuperar la plena potencialidad del propio ser. Este objetivo se articula en tres fases :la conciencia de sí mismo y del propio cuerpo; la plena expresión de los sentimientos frecuentemente frustrados en la infancia, como la rabia y el miedo; y finalmente el dominio de sí mismo, o sea la libertad de ser auténtico, de aceptar y de reconocer las propias sensaciones.
Alexander Lowen.
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